CARTAS DE AMOR-3ª PARTE

Querida Madre: le escribo a vuelta de correo. Como se que está impaciente y preocupada, paso directamente a contarle qué pasó la noche que me pareció ver llegar a Leovigildo con un ramo de rosas y una sonrisa en los labios…
No era él Madre; era un mensajero que me traía de su parte las flores y una nota que decía textualmente lo siguiente:

“Querida Gertrudis: cuánto me apena no poder acudir personalmente a nuestra cita después de tanto tiempo…Motivos de fuerza mayor, me obligan a permanecer junto al lecho de mi madre enferma. Espero no causarte gran dolor con mi ausencia. Mañana, si Dios quiere, pasaré a presentarte mis respetos. Acepta estas flores como disculpa, por no ser yo quien te las ha entregado. Tuyo afectísimo. Leovigildo.”

Madre no tengo pañuelos suficientes para secar mi llanto y aunque no quiero ser egoísta y ansío comprender sus motivos y sus responsabilidades de hijo, no dejo de atormentarme pensando cómo no ha podido buscar una solución que fuese satisfactoria para ambas.

Ahora Madre, le necesito más que nunca a mi lado. ¿Qué debo hacer? En mi primer impulso de mujer dolida y despechada he pensado hacer las maletas y regresar junto a usted en busca de consuelo y consejo, pero…mi deseo de verle es mayor que mi orgullo.

En su nota decía que vendría a primera hora…de la mañana siguiente y ya han pasado tres lunas y tres veces el sol ha despertado. Auguro los más funestos presagios y creo que todo ha terminado.

Madre mía de mi alma, estoy muy confundida y no encuentra consuelo este corazón mío, roto, enamorado…

Primo dice que ningún hombre me merece tanto, pero yo ¡le quiero! y en mis sueños está envejecer a su lado, darle muchos hijos, derrochar cariño y cuidados a este hombre, Madre, que aprisiona mi mente hasta temer la locura.

Madre ¿soy muy desconsiderada si le pido, si le suplico, que lo deje todo y venga a mis brazos? Si no pudiera, no sufra más de lo necesario, y mándeme un correo urgente diciéndome qué haría usted si estuviese en mi caso.

Dios le bendiga Madre.

Su afligida hija Gertrudis.

14 respuestas a “CARTAS DE AMOR-3ª PARTE”

  1. Hola. Aunque he llegado a este blog por error. Me quedo.
    Me encanta la historia que cuentas Luisa. Me encanta el entorno y lo bien que relatas lo que acontece.
    Comparto tu opinion sobre lo que discutes con tu hermano (si es tu hermano, pq no podeis ser mas distintos. –no os peleeis–). Incluso para los tiempos en los que pasa la accion, los machos que comenta tu hermano sobran. No te cuento el el siglo XXI.
    Yo creo que debe esperar a que le den explicaciones, demostrar la dama que es y permitir que él tambien demuestre de qué está hecho, que un hombre no lo es mas por dar mas fuerte (escritos desde atapuerca, caverna num.2). además, seguro que hay un buen motivo (que no buena excusa) que justifique su ausencia. Si en el fondo, nos gusta que nos lo pongan dificilillo. a que si???
    Bsitos
    Sofi.
    PD.yo cometere un segundo acierto: PASARME A COMENTAR.

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  2. Pablo:»pasar a comentar» es un detalle de cariño y cortesía.
    Considerando que eres mi hermano, tú mismo.

    Si lo que te molesta es que pueda no estar de acuerdo contigo y te rebata cosas, eso no creo que cambie, lo llevo en la naturaleza y además es cosa de familia.

    otro beso

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  3. HOLA LUISA, QUE LINDAS ILUSTRACIONES, ME ENCANTA SOROLLA, HACÍA TIEMPO QUE NO PASABA POR TU BLOG, ESTOY VISITANDO A LAS AMIGAS BLOGUERAS Y APROVECHANDO SUS PUBLICACIONES.
    SALUDOS!!

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  4. jajaja, no Luisa, no se me olvida el negocio, ya he mandado a Anita, las regalías de carcajadas por el cambio de domicilio y le enviaré más si necesita jajajaja

    No te preocupes que estoy como decimos en México, con un ojo al gato y otro al garabato!! jajaja

    Saludos. Hilda

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  5. Te ha faltado un quinto (en realidad es el primero) error: «pasarme a comentar». Puede que los otros no, pero este, afortunadamente, tiene fácil solución.
    Un beso.

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  6. Eran otros tiempos, quizás ahora Gertrudis iría a ver a la madre de Leovigildo.

    Un abrazo

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  7. Aclaro:donde dice «Pablo II»,quise decir JUAN PABLO II.
    Definitivamente el calor de la dialéctica y que soy «humana» atropellaron mis palabras.

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  8. Querido Hermano: creo que los tres «se merecen».Pasas a juzgar sin tener todos los datos.Primer error.

    Entrecomillé «cosas horrorosas y brutales» asumiendo que,conociendome puesto que eres mi hermano,sabrías leerlo con el sentido que le estaba dando.No hace falta que me grites para recordarme a mi Bisabuelo y lo estupendo que era.Te recuerdo que yo le conocí tanto como tú.

    Bonito fragmento de «El Duelo del Mayoral». Quizás ese sea el tercer error:pensar que los hombres no hablan,luchan.
    Si hablamos de lucha entendiendo pelea,golpes,puñetazos,disparos….Juan Pablo II hablaba mucho.

    Besos de tu Hermana.Y no cometas el cuarto error, que es subestimarme.Y no olvides que aun siendo menos ilustrada que tú,soy mujer y eso me da una enorme ventaja.

    Ana:llevarás algún tanto.

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  9. Insisto con lo que dije ayer: deberías escribir un libro de cartas.

    Ahora no recuerdo la novela que leí (el nombre) pero era así: un libro donde se volcaban las cartas entre una hija y su madre. Esta última vivía en Europa, y su hija venía a conquistar la Patagonia Argentina con su marido.

    Nunca pensé que me iba a enganchar tanto pero me resultó atrapante.

    Después, merezco parte de las regalías eh?

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  10. Visto así, sin más datos (cartas) y reflexionando sobre tus comentarios y los de otros… o lo «arreglas» o es que ninguno de los tres «se merece»…
    Y en cuanto a lo que dices de «cosas horrorosas y brutales» creo que el bisabuelo (que NO HIZO NADA PARECIDO) no estaría de acuerdo.

    Al fin a lo lejos lo vi entre las sombras,
    venía cantando su loca esperanza,
    en el cinto colgaba el machete,
    bajo el brazo la alegre guitarra.
    Llegó hasta mi lado, tranquilo, sereno,
    me clavó con los ojos su fría mirada;
    me dijo: -¿Me espera?… Le dije: -¡Te espero!
    y no hablamos más, ni media palabra.
    Que era bravo el hombre, cual los hombres machos,
    y los hombres machos pelean, no hablan.

    De ‘El duelo del mayoral’

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  11. Pues yo creo que ella debería ir a ver a la pobre señora, presentarle sus respetos y ofrecerle su ayuda. De camino podría ver a su amorcete y aclarar las cosas, si es que hace falta.

    El toro por los cuernos. Siempre.

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  12. Querido Hermano: en realidad el Primo es de esos hombres blandos y apocados que andan dudosos hasta para la elección de qué calcetines usar. No obstante es un hombre recto y amable y por eso la Madre de Gertrudis confía en él. Por otro lado si hubiese hecho esas cosas horrorosas y brutales que tu dices, mi pobre Leovigildo no podría darnos una explicación de su ausencia. Y nos la debe.

    Hilda, no te distraigas con la novela y se te olvide el transporte de nuestra mercancia,eh? Y sí, puede que Gertrudis esté un poco despistada y no se le ha ocurrido ir corriendo a ver a la suegra.

    Besos a los dos

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  13. Pueden ser muchas razones, igual la señora está muy enferma.

    Si Leovigidio y la afligida Gertrudis llevan un noviazgo en firme, ¿no debería ir ella a visitarlo y de paso verificar si la señora está enferma y si lo está ofrecer ayuda?
    En mi tierra decimos: si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

    Digo lo peor que puede haber es la incertidumbre. no?

    Saludos, esperaré ansiosa el desenlace de esta novela ji ji ji

    Hilda

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  14. Si el primo fuera de la cuerda de mi bisabuelo, que era el tuyo, le habría dado ya al tal… «nueve gramos» en el corazón o una media luna con «la blanca». Con esa que los hombres, de antes, siempre llevaban abrazada a la cintura… escondida en la faja. Esperando albergue en costado ajeno.
    Un beso. Gertrudis tiene suerte de que tú le escribas…

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Gracias por pasar y comentar.