Cuando lo pienso se me pone la piel de gallina, lo cual me lleva a preguntarme:¿por qué?Precisamente para mí el trabajo es una herramienta de santificación, así que ¿por qué boicotea mi epidermis a mi propio espíritu?
Y después de la pregunta llego a la conclusión:¡tengo en casa al enemigo! No importa,nos llevamos bien…lo intentamos.
A veces quiero decir cosas y la boca se cierra; o quiero callar palabras y la lengua se dispara, o necesito hablar en público y el corazón se acelera o abandonar las sábanas y el cuerpo se aferra al colchón como un pulpo a su presa.
También mi voluntad echa sus partidas y gana. Y así vamos en un toma y daca.
Lo de la vuelta al trabajo no es cuestión de voluntad, sí cómo lo haga :
¡valor y dignidad,guapa! me digo a mi misma desconsolada.
Pero como no vuelva, no me van a querer más ni allí ni en casa.
De pronto mi futuro se está oscureciendo…mis manos sudan,mis piernas tiemblan, he empezado a soñar con togas…
¿No se apañarían sin mí?
Gracias por pasar y comentar.