No voy a entrar a comentar a los espontáneos, aburridos, locos, equivocados o delincuentes que nos visitan a diario. Me voy a centrar en un matiz: Los profesionales.
Tienen un pequeño defecto de distinción: confunden despacho con Juzgado y funcionario con secretario.
Los hay que irrumpen con una batería de preguntas que no esperan respuesta. Los que vienen a contarte el fin de semana. Los que hacen tiempo porque esperan entrar a juicio.
Todos ellos hablan, se hablan, usan el móvil y al alimón, comentan noticias regionales, nacionales, internacionales…
Esparcen sus carpetas, desparraman sus papeles, los mezclan con los nuestros y comentan la temperatura ambiente, el último partido del Barça o qué se yo.
Algunos, generosos en sus afectos, vienen dos y tres veces en una mañana.
Mientras, los expedientes toman vida y se multiplican…
¿Es posible trabajar así? ¿Es posible no equivocarse? ¿No perder los «papeles»?
Ellos, los profesionales, ajenos al trastorno que ocasionan, siguen hablando, la gente de la calle sigue entrando, el teléfono sigue sonando, los jefes siguen mandando…
¿Realmente alguien piensa que, además de otros múltiples factores de todos conocidos, así puede funcionar la Justicia?
Se aceptan sugerencias para solucionar éste problema concreto ¡Solo éste!
Gracias por pasar y comentar.