JÓVENES ASESINOS

Buscando obtener un producto de calidad, se mima mucho el proceso de elaboración.

Se seleccionan los mejores materiales, se procura un trato adecuado, la temperatura ideal y el tiempo necesario. Una vez embotellado el producto-para el caso, vino viene bien-lo lanzamos al mercado.

Y lo hacemos cuando estamos seguros de haber apurado todas las facetas que le convierten en un artículo de confianza del cual esperamos obtener importantes resultados.

Con los chavales hoy en día no pasa esto. Toda la atención que le dedicamos a un «producto» se la restamos a ellos. Están faltos de valores, están vacíos de nobles ambiciones, están huecos de pensamientos, están ciegos de alcohol y drogas y desconocen su listado de deberes y qué significa respeto o convivencia y desde luego no acatan un «NO».

A Marta del Castillo(*) la han asesinado. El clamor popular pide un endurecimiento de las leyes. Bien. Pero ¿No tendríamos que volcar todos los esfuerzos en prevenir y no solo en castigar?

Y en ese trabajo de prevención, la mayor responsabilidad recae sobre la familia y los padres, garantes de la educación de sus hijos.

Pero descuidamos el «proceso de elaboración» durante veinte años, muchos jóvenes debutan como asesinos sembrando de dolor y muerte nuestras calles y…clamamos Justicia y culpabilizamos a la Policía y al Estado en general.

Algo no cuadra.

(*) Descansa en paz alma mía.