Después de muchos años, he visto en mi ciudad un sacerdote vestido con clerigman.
Descubrir este paisaje ministerial me da mucha alegría ya que hay múltiples razones que aconsejan el uso de un distintivo sacerdotal y todas y cada una de ellas darían para largas conversaciones.
Todo tiene un por qué razonado que es cosa opuesta a la ignorancia o la indiferencia.
Lo peor de hacer pequeñas cesiones o concesiones es que inevitablemente dejamos de cuidar los detalles y una mañana encontramos en la papelera cosas mayores y de difícil retorno.
A este joven sacerdote se le nota que ama mucho al Señor,.
Es de cortas pero atinadas homilías y cuidadoso de la liturgia . Es obvio que tiene razones para su fe. Ahora solo necesita incrementar su vocación y mimarla con esmero, para combatir los envites que inevitablemente recibirá.
Los hombres necesitamos la presencia viva de Cristo en el mundo y los sacerdotes, son sin duda, un buen testimonio.
Cuando le vea, le felicito.
Gracias por pasar y comentar.