Sin ánimo de ofender a cofrades y amantes de las procesiones, hoy es el único día del año donde Cristo pasea por nuestras calles.
He decidido acompañarle en el turno matutino y por primera vez -para mí- el recorrido ha sido costero.
Jesús en la playa.
He pensado que le habrá agradado especialmente ver la mar, las barcas en el rebalaje y las redes de los pescadores tiradas por la arena.
Le habrá traído recuerdos-si se me permite la expresión-
Habrá sonreído al recordar la rudeza de Pedro y su posterior fidelidad, la juventud de Juan y su larga vida de oración, y a Andrés, y a Santiago…Hombres de mar. Dura forma de ganarse el pan.
Mientras el Rey y su cortejo paseábamos a escasos metros de la orilla, un niño hacía un hoyo en la playa, los turistas disparaban sus cámaras;nosotros alabábamos a Dios, amenizando el trayecto con cantos melódicos y algún que otro gallo.
Aprovechando la ocasión, he tirado de la larga lista que una implora a quien tiene Poder.
Oración con efecto onda sin necesidad de piedra o lago, porque triste oración es aquella de quien solo pide para sí,como craso error es no pedir por uno mismo.
Y cómo no, el más intenso de los acentos en la Familia.
La familia de sangre, la familia de los hijos de Dios, la familia humana.
Y yo, de la familia de Cristo. Qué orgullo.
Gracias por pasar y comentar.