Tomamos asiento, las luces se apagan y una voz nos pide que apaguemos los teléfonos móviles.
Estoy expectante e ilusionada, con cierto nerviosismo, que así es como vivo todo en esta vida, ya sea bueno o malo.
Sube el telón y comienza la función.
Los bailarines se mueven con agilidad al compás de la música.
La música…envolvente, reparadora, seductora.
Me está gustando…¿cuánto hacía que no iba al teatro?
Qué poco se cultiva el arte…hago propósito de asistir con más frecuencia.
Hay una trama que protagonizan sobre las tablas: ellas representan a la razón, ellos representan el sentimiento.
Muy interesante.
Pero confieso que la música me tiene atrapada.
Respiro profundamente y disfruto del momento, me alegro tanto por él…
Entre aplausos y felicitaciones la función termina, la melodía cesa y las luces se encienden.
El segundo de mis hijos es el técnico de sonido.
Me siento muy orgullosa 🙂
Muy bueno!! a mí me encatan unos conciertos de una orquesta de gente joven en la cual participa un amigo de un hermano mío, y vamos mi hermano y yo un viernes al mes, más o menos, y es cerrar los ojos y estar en otro mundo…
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Así, con ese incentivo extra, es para no faltar jamás al teatro. 😀
Besos
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