Querida Yeste: te escribo desde una estación de tránsito donde me han permitido entrevistar a Manolo Escobar.
Las normas aquí son muy estrictas y uno no puede andar entrando y saliendo del cielo, pero también a Dios le gustan las excepciones y ha comprendido que siendo una TONTÁ tuya y nuestra, no podía dejarnos sin ésta exclusiva.
Lo primero que he he hecho es felicitar a Manolo porque le he encontrado muy feliz y con un aspecto angelical que da gusto verlo.
-Mira, Luisa, la alegría de encontrarme con mi carro ha sido…¡no tengo palabras para expresarlo!-me comenta entre risas y bromas.
Le agradezco que haya aparcado sus obligaciones celestiales para atenderme y pasamos a la materia que me trae sin más preámbulos.
Trae Manolo al recuerdo sus orígenes, el pueblo que le vio nacer-El Egido (Almería)-, su infancia-¡eran 10 hermanos!-. Comenzó a cantar con sus hermanos, se hacían llamar «Los niños de Antonio García», su padre, propietario de un cine, donde actuaban en los entreactos obligados para el cambio de rollo de película. Fueron los años de la postguerra los que obligaron a emigrar a Barcelona a Manolo y dos de sus hermanos.
-Yo apenas tenía 15 años-me dice Manolo con una gran sonrisa.
Lo primero fue asegurarse las habichuelas, razón que llevó a Manolo a trabajar en distintas realidades: en la industria metalúrgica, aprendiz de ebanista,la construcción y en una industria química donde trabajó cinco años.
En los ratos libres participaba en todas las verbenas de barrio, no se perdía un concurso y soñaba con cantar de forma profesional.
El servicio militar le llevó a Marruecos, y allí encontró la fortuna, la llave que le dio paso al mundo de la música, su acceso a la radio y su oportunidad de darse a conocer con proyección nacional e incursiones en otros países de Europa donde consiguió el mayor éxito de su vida: Anita, su mujer.
-Me enamoré locamente de Anita y nuestros 54 años de matrimonio han sido maravillosos.
Actuaciones en el cine, espectáculos de masas, televisión, discos con ventas millonarias, jalonaron la rutilante carrera de este hombre sencillo que llegaba al corazón del público no sólo con su forma de cantar, sino también con su carácter amable, su alegría y su hombría de bien.
-Vanesa, nuestra pequeña flor, fue la guinda para ser una familia completamente feliz.
Manolo-le digo-te agradezco mucho estos recuerdos para la historia y te felicito porque has alcanzado la cumbre, se te nota pletórico.
-Gracias a todos Luisa, a los incondicionales que me han seguido por millones y a lo largo de toda mi vida. Hazles saber a todos que aquí se está muy bien.
Y así, después de degustar el mejor vino que podáis imaginar, Manolo y yo nos despedimos con un brindis: ¡Que viva España!
Para saber quienes somos los que participamos en las TONTÁS os remito a Mis queridas personas, blog de Yeste, inventora y artífice de estas entradas.
Muchas suerte a todos con vuestras Tontás, muchas gracias a Yeste por involucrarme en este proyecto y feliz día 11 para todos.
Besos desde el Sur de España.
Gracias por pasar y comentar.