Posiblemente la conozcas aunque nunca hayas reparado en ella.
Es una mujer corriente, del montón a ojos vista y sin embargo, de gran valía.
Lleva a sus espaldas un fardo pesado del que no se queja en el devenir de la vida, aunque en ocasiones le haga doblar las rodillas y caer en el barro de sus problemas, pero vuelve a ponerse en pie y sigue caminando.
Vive junto a ti, te la cruzas por la calle o quizás está en tu casa o en tu familia.
En ocasiones se ha enfrentado al dolor, a la humillación, al desprecio, al olvido y se ha roto en mil pedazos, pero se rehace, alza el vuelo y busca nuevos horizontes, nuevas risas, nuevos atardeceres.
No culpa a los astros de sus heridas de guerra y cuida de los suyos con sencillez y elegancia, sin alharacas. Es una más.
Algunas veces la verás en días de niebla, en noches oscuras, incapaz de gobernarse, con la mirada perdida y la esperanza casi muerta…habrás de disculparla y darle su tiempo para resurgir.
Si la conoces, si es tu madre, tu esposa, tu abuela, tu hermana, tu hija, tu compañera de trabajo o tu amiga, dedicale un minuto de tu tiempo, comprale una flor o invítala a una cervecita, que hacer feliz a ésta mujer es muy sencillo.
La pregunta es:
¿Conoces a esa mujer?
Gracias por pasar y comentar.