Cuando te dan un zarpazo en el alma, sientes que duele, que duele mucho.
A veces no quieres ser razonable ni razonar. Cuando el dolor duele, a veces te acogota, a veces te aturde, a veces te provoca rabia y llanto.
Pero no olvides amiga mía, que nunca pasa nada, y si pasa ¿qué importa? Y si importa ¡qué pasa!
El corazón es grande, grande …y sabe de amores y de perdón, de magnanimidad y de señorío.
A veces el dolor nos corta las alas y nos quita aire…pero no pasa nada. Volvemos a volar y volvemos a respirar.
A veces no podemos comprender por qué nos está pasando algo, cómo hemos llegado a esa situación. A veces es tan injusto que por injusto, duele más.
No olvides amiga mía, que no pasa nada.
El tiempo cura las heridas y el amor nos hace grandes, grandes…
El dolor nos va forjando, como el fuego al metal, como el cincel al mármol. Sírvete de esto para darte impulso y crecer.
Dale sentido a tu dolor recibiéndolo sin miedo, sin acogotarte. Porque no pasa nada. Porque no estás sola. Porque todo, menos la muerte, se reconduce.
Si tienes pena, yo la siento. Si sufres, sufro. Pero no pasa nada. No estás sola.
Me gusta repetir en latín esa frase bíblica, supongo que de algún salmo, que dice:
«Frater qui adiuvatur a fratre quasi civitas firma»
(El hermano ayudado por su hermano, es como una ciudad amurallada)
Eres mi amiga y hoy también mi hermana. Hoy es mi hombro y mañana es tu mano. No pasa nada.
El dolor remite ¿te das cuenta? Y va dejando una estela hermosa y profunda que da flores y fruto y aroma y … y no pasa nada.
Duerme tranquila y descansa, que esta vida son dos días, y no pasa nada.
Gracias por pasar y comentar.