Interferencia: Alteración o perturbación del desarrollo normal de una cosa mediante la interposición de otra que puede llegar a resultar un obstáculo.
Es una frase que pronuncia Wayne Dyer en la película «El Cambio». Habla de la «no interferencia».
Supongo que por mi femenina naturaleza, por ser madre y por la educación recibida, reincido una y otra vez e «interfiero» en la vida de los otros.
Wayne Dyer es norteamericano y psicólogo, padre de ocho hijos y tiene una larga colección de libros publicados sobre «autoayuda».
Yo le conocí ayer. Me hablaron de la película y me la bebí en dos horas, que es lo que dura.
Ciertamente habría que verla varias veces, más lentamente, masticando sus sencillas enseñanzas que nos invitan con entusiasmo a ser felices, porque es posible ser feliz.
Una de esas cosas que hay que hacer para procurar la felicidad personal y ajena es practicar la «no interferencia». Reconozco que adolezco de este concepto que yo denomino virtud y me he propuesto ejercitarme en este punto.
Soy bastante invasiva dado mi espíritu impetuoso, pero creo sinceramente que puedo reconducir esta actitud y dejar de interferir en los demás, de tal modo que puedan vivir sus vidas con más serenidad y armonía, libremente, a su aire.
El tema da para mucho pero me quedo aquí, en esta idea básica para alcanzar la felicidad, porque Dios que es nuestro creador, nos quiere felices; ese es su máximo deseo y el mío también.
La pregunta es:
¿Practicas la «no interferencia» o estás pez como yo?
Gracias por pasar y comentar.